Reconectando con el inconsciente
Espacio Liminal
Reconectando
con el inconsciente
Mi
amigo John Philip Newell es un poeta y erudito que cree en el poder
transformador de la espiritualidad cristiana celta para apoyarnos en nuestra época.
Los antiguos celtas hicieron un gran uso de los tiempos y lugares liminales
para integrar los "pares opuestos" de los cuales el mundo parece
estar hecho. Newell escribe:
[1] ¿Sabemos
que dentro de cada uno de nosotros está el latido indescriptiblemente hermoso
de lo Sagrado? ¿Sabemos que podemos honrar esa santidad en los demás y en todo ser?
¿Y sabemos que esta combinación ─cada vez más conscientes de que somos
portadores de Presencia, junto con un compromiso fiel de honrar esa Presencia
en los demás y en la tierra─ es la clave para la transformación en nuestro
mundo? . . .
El ecologista Thomas Berry dice que el universo es tan
sorprendente en su interrelación que debe haber sido soñado. También dice que
nuestra situación actual como comunidad terrestre es tan desesperada ─estamos
tan lejos de saber cómo salvarnos de las degradaciones ecológicas de las que
formamos parte─ que debemos soñar el camino a seguir. Debemos invocar, desde el
inconsciente, formas de ver de las que aún no sabemos nada, visiones que
emergen de lo más profundo de nuestro interior que nuestras mentes racionales
conscientes.
Del mismo modo, el renacimiento de nuestras verdaderas
profundidades implicará una reconexión con el inconsciente. Exigirá una nueva
liberación dentro de nosotros del mundo de los sueños, los mitos y la
imaginación. Ya sea como individuos o colectivamente como naciones y
tradiciones religiosas, nacerán nuevos comienzos entre nosotros cuando nos
abramos al pozo de lo que aún no sabemos o lo que hemos olvidado en lo más
profundo. . . .
En este reino liminal, entre lo conocido y lo desconocido,
estamos invitados a ingresar si queremos aprender más sobre el camino a seguir
en nuestras vidas como individuos y como comunidades y naciones. Esta es la
razón por la cual, en tantas historias y leyendas celtas, los amantes se
encuentran y los mundos se unen en el crepúsculo. Es la unión de lo masculino y
lo femenino. Es la convergencia del mundo invisible de aquellos que nos han
precedido y esta dimensión actual del espacio y el tiempo en la que dominan lo
visto y lo físico. Puede ser el momento de encontrar mensajeros de los reinos
invisibles del universo que están unidos inextricablemente a nuestro reino,
pero al mismo tiempo nos trascienden en nuestra lucha con fuerzas desconocidas
de oscuridad dentro y fuera. Esta es también la razón por la cual, en tanta
práctica espiritual oriental [así como en muchas comunidades monásticas en la
tradición cristiana], las primeras horas del amanecer se ven como el momento de
la meditación, cuando la noche y el día se mezclan de manera que permiten más
fácilmente movernos de lo conocido a lo desconocido y de lo nombrable a lo
inefable.
[1] John Philip Newell, The
Rebirthing of God: Christianity’s Struggle for New Beginnings (Skylight
Paths Publishing: 2014), xvii, 89, 91.
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