Encontremos nuestros Maestros


Solidaridad

Encontremos Nuestros Maestros


La auténtica solidaridad requiere una serie de conversiones. Requiere nuestro desplazamiento voluntario de nuestra (s) posición (es) de privilegio ya sea clase, raza, género, habilidad física, nacionalidad o religión hacia alguien que no nos quiere de una manera real y tangible. Es posible que necesitemos desarrollar una apreciación por los rasgos que nuestra cultura podría no considerar "aceptables" o incluso valiosos. Solo a través de las relaciones podemos saber qué tipo de ayuda o defensa se desea realmente. La solidaridad no trata de "Te estoy ayudando", sino de un compromiso de caminar y aprender juntos. Y, por supuesto, aprender juntos requiere que estemos en diálogo, con el entendimiento de que tengo mucho que aprender. La siguiente práctica del libro del psicólogo Roger Walsh Essential Spirituality es una forma de desarrollar esta habilidad.

[1] Si lo elegimos, podemos ver a todos como nuestro maestro. Esas personas que tienen cualidades admirables pueden inspirarnos; aquellos con cualidades destructivas pueden recordarnos nuestras deficiencias y motivarnos a cambiar. Confucio fue muy claro al respecto:

“Al caminar en compañía de otros dos hombres, estoy obligado a aprender de ellos. Los buenos puntos del que copio; los puntos malos del otro los corrijo en mí mismo".

Cuando conocemos personas amables, podemos desarrollar sentimientos de gratitud y usar a esas personas como modelos a seguir para inspirar nuestra propia amabilidad y generosidad. También podemos aprender de personas poco amables. Al ver cuán sensibles somos a las críticas y la hostilidad, podemos recordar cuán sensibles son los demás y decidir tratarlos con delicadeza. También podemos practicar el perdón y descubrir cuánto mejor se siente esto que arder con resentimiento durante días.

Para comenzar este ejercicio, seleccione un período de tiempo inicial, como una mañana o un día. Durante ese tiempo, trata de ver a cada persona que conoces como maestra que te brinde una lección importante. Su desafío es reconocer cuál es esa lección y luego aprender todo lo que pueda de esta persona. Al final del día, mire hacia atrás y revise su interacción con cada persona, las lecciones que cada uno trajo y lo que aprendió.

A medida que se repiten ejercicios como estos, el ojo del alma se abre gradualmente y nos hacemos cada vez más conscientes de lo sagrado dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Cada persona se convierte en un maestro y un recordatorio de nuestra naturaleza espiritual, mientras que cada experiencia se convierte en una oportunidad de aprendizaje. . . y vemos el mundo como una escuela sagrada diseñada para sanarnos y despertarnos, y para enseñarnos cómo sanar y despertar a otros. ¿Qué mayor regalo podría ofrecer el mundo?



[1] Roger Walsh, Essential Spirituality: The 7 Central Practices to Awaken Heart and Mind (John Wiley & Sons, Inc.: 1999), 203–204.

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