Oración de Bienvenida

 

Orden, Desorden, Reordenamiento: 3era Parte

Oración de Bienvenida

 

[1] Solo en la etapa final de Reordenar pueden coexistir la oscuridad y la luz, la paradoja está bien. Finalmente estamos en casa en el único mundo que ha existido. Este es el conocimiento verdadero y contemplativo.

Quiero ofrecerles una forma de contemplación —una práctica de aceptar la paradoja y mantener la tensión de las contradicciones—llamada "La oración de bienvenida".

Primero, identifique una herida o una ofensa en su vida. Recuerde los sentimientos que experimentó por primera vez con este dolor y siéntalos como los sintió por primera vez. Observe cómo se manifiesta esto en su cuerpo. Preste atención a las sensaciones de tu cuerpo evita que salte a la mente con sus juegos dualistas de bueno / malo, ganar / perder, lo uno o lo otro.

Después de que identifiques el dolor y siéntelo en tu cuerpo, dale la bienvenida. Deja de luchar. Deja de dividirte y culpar. Da la bienvenida al dolor. Da la bienvenida a la ira. Es difícil de hacer, pero por alguna razón, cuando lo nombramos, lo sentimos y le damos la bienvenida, la transformación  comienza.

No pierdas presencia en el momento. Cualquier tipo de análisis te llevará de nuevo al apego a su ego. La razón por la cual un pájaro parado en un cable de alta tensión no se electrocuta, simplemente es porque no toca el suelo para dar paso a la electricidad. Mantenga la tensión creativa, pero no “toque el piso” pensando en ella, criticándola o analizándola.

Cuando seas capaz de dar la bienvenida a tu propio dolor, sentirás, de alguna manera, el dolor del mundo entero. Esto es lo que significa ser humano y —también, lo que significa ser divino. Puedes aguantar este inmenso dolor porque tú también estás siendo sostenido por Aquel que pasó por este proceso en la Cruz. Jesús sostuvo todo el dolor del mundo, al menos simbólica o arquetípicamente; aunque el mundo había llegado a odiarlo, él se negó a odiarlo.

Ahora, entréguele todo este dolor —el suyo y el del mundo— a Dios. Déjelo ir. Pide la gracia del perdón por la persona que te lastimó, por el hecho que te ofendió, por la realidad del sufrimiento en cada vida.

No puedo prometer que el dolor desaparecerá fácil o rápidamente. Perdonar es no olvidar. Pero dejar ir libera una gran cantidad de energía del alma que libera un nivel de vida que no sabías que existía. Te lleva a tu Verdadero Ser.

 



[1] Adaptación de Richard Rohr, The Art of Letting Go: Living the Wisdom of Saint Francis, disc 6 (Sounds True: 2010), CD; and

Everything Belongs: The Gift of Contemplative Prayer (Crossroad: 1999, 2003), 159.

 

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