Contempla la ira

 

Espiritualidad y Movimientos Sociales

Contempla la ira

 

Tantas obras de justicia social han sido deshechas por la gente lucha desde su enojo. La práctica de hoy nos invita a lidiar con nuestro enojo de manera contemplativa, no solo por nosotros mismos, sino por aquellos a quienes buscamos ayudar e incluso aquellos con quienes estamos en conflicto. El maestro Dan Edwards escribe:

[1]  El don que la práctica contemplativa aporta a nuestras emociones es la conciencia, el espacio mental para afrontar nuestro estado emocional de forma segura. . . .

La ira es la emoción dominante para muchos activistas. . . . La ira no es algo malo o negativo; en realidad, es el combustible que alimenta nuestra búsqueda de justicia. Es cuando dejamos que la ira nos lleve a acciones de odio que perdemos su potencial beneficioso. . . . Es imperativo que nos demos cuenta de que a menudo la injusticia o las malas acciones no son personales, sino más bien un mal social y siempre coexistirán con las vidas pacíficas por las que nos esforzamos por vivir.

Práctica: Detente, Respira, Reflexiona y Responde.

Una vez que me doy cuenta de que está surgiendo la ira, me detengo. Inspiro y exhalo, y presto atención a mi respiración, para poder regresar a mi cuerpo y conectarme a tierra. Respiro hasta que las voces dominantes [sic] de la ira se disipan y mi enfoque descansa cómodamente en mi respiración y el momento actual. Ahora puedo comenzar a reflexionar sobre la situación desde un lugar firme.

Luego reflexiono sobre mis vínculos personales con este delito y examino las razones por las cuales me están afectando tanto. . . . La mayor parte del trabajo real se realiza aquí, y aquí es donde la práctica contemplativa se convertirá en una herramienta invaluable. Es tu mente contemplativa la que coloca señales como señales de carretera que apuntan directamente a ti y te alientan a curarte de la ira antes de curar a otros.

Tómate todo el tiempo que necesites para reflexionar. Al final, respondes después de haber reflexionado durante algún tiempo sobre el acto o la situación. Si la situación requiere una respuesta inmediata, es posible que no respondas en absoluto, no porque sea pasivo o ignorante, sino porque soy consciente de lo conectado que estoy con la situación y de lo profundamente personal que puede ser mi respuesta. Si siento que no soy capaz de reaccionar desde un lugar firme, entonces no lo haré. Este método me ha ayudado a mantenerme fuera de debates y acciones acalorados por los que luego sentiría la necesidad de disculparme. Entonces, si tus reacciones son acaloradas, prueba este método. Puede funcionar para ti.

 



[1] Dan Edwards, “Dealing with Anger,” The Activist’s Ally: Contemplative Tools for Social Change (The Center for Contemplative Mind in Society: 2007, 2017), 46, 47. http://www.contemplativemind.org/

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Hermano Lorenzo de la Resurrección

Momento Presente, Momento Maravilloso

Ofreciendo nuestra presencia