Espacio para Cristo
La Encarnación
Espacio para Cristo
viernes, 22 de diciembre de 2023
En verdad os digo que todo lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí lo hicisteis”. —Mateo 25:40
En Mateo 25, Jesús se identifica como encarnado siempre a través de personas necesitadas. La cofundadora del Trabajador Católico, Dorothy Day (1897–1980), amplía este mensaje del evangelio: [9]
De nada sirve decir que nacemos dos mil años tarde para darle cabida a Cristo. Tampoco los que viven en el fin del mundo habrán nacido demasiado tarde. Cristo está siempre con nosotros, pidiendo siempre lugar en nuestro corazón.
Pero ahora habla con la voz de nuestros contemporáneos, con los ojos de los empleados de las tiendas, de los trabajadores de las fábricas y de los niños; con las manos de oficinistas, habitantes de barrios marginales y amas de casa suburbanas que Él da. Está en los pies de soldados y de vagabundos con los que Él camina, y con el corazón de cualquiera necesitado con el que anhela refugio. Y proteger o alimentar a quien lo pide, o lo necesita, es dárselo a Cristo….
Sería una tontería pretender que siempre es fácil recordar esto. Si todos fueran santos y guapos, con el “alter Christus” [“otro Cristo”] brillando con luces de neón, sería fácil ver a Cristo en todos. Si María hubiera aparecido en Belén vestida, como dice San Juan, con el sol, una corona de doce estrellas en la cabeza y la luna bajo sus pies [ver Apocalipsis 12:1], entonces la gente habría luchado para hacerle espacio. Pero ese no fue el camino de Dios para ella, ni tampoco es el camino de Cristo para sí mismo.
Day ofrece ejemplos de aquellos que sirvieron al niño Jesús y cómo nosotros también podemos hacerlo:
En la vida humana de Cristo, siempre hubo unos pocos que compensaron el abandono de la multitud. Los pastores lo hicieron; su prisa por llegar al pesebre expió a las personas que huirían de Cristo. Los sabios lo hicieron; su viaje a través del mundo compensó a aquellos que se negaron a apartarse un poco de la rutina de sus vidas para ir a Cristo. Incluso los regalos que trajeron los magos tienen en sí mismos una oscura recompensa y expiación por lo que vendría después en la vida de este Niño. Porque trajeron oro, emblema del rey, para compensar la corona de espinas que llevaría; ofrecieron incienso, símbolo de alabanza, para compensar las burlas y los escupitajos; le dieron mirra para curar y calmar, y fue herido de pies a cabeza….
Nosotros también podemos hacerlo, exactamente como lo hicieron ellos. No nacemos demasiado tarde. Lo hacemos viendo a Cristo y sirviendo a Cristo en amigos y extraños, en todas las personas con las que entramos en contacto…. Para un cristiano integral, el aguijón del deber no es necesario... para realizar tal o cual buena acción. No es un deber ayudar a Cristo, es un privilegio.
9 Dorothy Day, Selected Writings: By Little and By Little, ed. Robert Ellsberg (Maryknoll, NY: Orbis Books, 1983, 1992), 94, 96, 97.
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