La danza de la esperanza
Resiliencia Radical
La danza de la esperanza
viernes, 5 de enero de 2024
En su libro Sobrevivimos al fin del mundo, Steven Charleston escribe sobre el profeta paiute Wovoka (c. 1856-1932), quien recibió una visión espiritual de la renovación de la tierra, con igualdad y reconciliación para todas las personas. Wovoka enseñó la Danza de los Fantasmas como una forma de encarnar la esperanza de esta visión celestial durante un tiempo de crisis. Charleston escribe: [12]
El mensaje central — la visión de una renovación y reconciliación para toda la vida — permaneció en el centro de lo que motivó la esperanza en los corazones de los pueblos nativos de todo el amplio espectro de idiomas y culturas. La esencia de la visión era esperanza, no miedo — y esperanza para todos, no sólo para unos pocos...
Las raíces del miedo son profundas. La esperanza que abrazamos debe ser igual de profunda. Pase lo que pase debemos seguir bailando, de la mano, unidos en un círculo de igualdad, moviéndonos constantemente en la lenta rotación de la justicia y la oración. Al igual que los bailarines de Wovoka, debemos dedicarnos a una visión y estar dispuestos a bailar por ella durante el tiempo que sea necesario. Ese nivel de compromiso no es común en nuestra época, pero es lo que será necesario si queremos disminuir el apocalipsis que vemos surgir ante nosotros. No es la magia, sino la fe lo que nos ayudará a salir adelante.
Charleston reflexiona sobre cómo la Danza de los Fantasmas de Wovoka invita a la voluntad de ir más allá de lo que creemos posible:
Como nativo americano, me sorprende mucho el hecho de que este baile, a diferencia de cualquier otro, deba realizarse sin tambor. El uso del tambor como presencia omnipresente en nuestro culto tradicional me deja preguntándome cómo debe haber sido bailar sin él, sin ese reconfortante latido de la tierra que formó la cadencia de nuestro movimiento como pueblo a través del tiempo y el espacio. El silencio que queda en el centro de la Danza de los Fantasmas me parece inquietante, es como salir al vacío del espacio.
Sin embargo, he llegado a apreciar más a Wovoka gracias a ese silencio. Sin el tambor, lo único que tengo es la sensación física de estar unido a mis hermanos y hermanas en un círculo interminable. Todo lo que escucho es nuestra voz combinada elevándose en el aire en un lamento y expectación. Somos ingrávidos y flotamos. Nada nos fundamenta excepto nuestra propia fe en que alguien está escuchando y, lo que es más importante, alguien a quien le importa.
La danza de Wovoka me recuerda que hay momentos en la vida en los que debemos tener la voluntad de ir más allá de lo que creemos posible. Nunca antes nos habíamos encontrado con un mundo como éste; ¿Cómo sobreviviremos a él y mucho menos lo transformaremos? El tambor silencioso me obliga a reconocer que en esta danza nos adentramos en un territorio inexplorado. Estamos saliendo de lo familiar hacia lo desconocido. Estamos creando una pista de baile donde antes no existía ninguna. La voluntad, la fe, para dar ese paso es el silencio inquietante de la Danza de los Fantasmas.
12 Steven Charleston, We Survived the End of the World: Lessons from Native America on Apocalypse and Hope (Minneapolis, MN: Broadleaf Books, 2023), 133, 136–137.
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