El Dios de todos los que sufre

Incluso en medio de púas retorcidas, la vida verde sobrevive y prospera. 

 

 

 Sufrimiento y Supervivencia  

 

El Dios de todos los que sufren 

Viernes, 9 de agosto de 2024 

  

Richard Rohr aprendió de los alcohólicos y de los Doce Pasos que cuando tocamos fondo nos damos cuenta de que nuestro sufrimiento y el sufrimiento de Dios están unidos: [13] 

  

Solo quienes han intentado respirar bajo el agua saben lo importante que es respirar y nunca más lo darán por hecho. Son quienes no toman a la ligera el naufragio o el ahogamiento, quienes saben exactamente lo que es la “salvación”, quienes saben de qué se han salvado y los únicos que desarrollan la paciencia y la humildad para hacer las preguntas correctas a Dios y a sí mismos. 

  

Parece que solo los sobrevivientes conocen el pánico total de la travesía, los brazos que los sostuvieron durante todo el proceso y el poder de los obstáculos que superaron. ¡Todo lo que pueden hacer es agradecer a Dios por haberlo logrado! Para el resto de nosotros, es mera especulación, teorías de salvación y “teología”. 

  

Quienes han pasado al otro lado de la cruz encuentran finalmente un mundo mucho más grande de resistencia, significado, esperanza, autoestima, un deseo más profundo y verdadero y, sobre todo, un pozo sin fondo de amor, tanto interior como exterior. Los padres orientales de la Iglesia denominaron a esta transformación theosis, o el proceso de divinización de la persona humana. Esta transformación profunda no se logra mediante magia, milagros o sacerdocios, sino mediante una “experiencia espiritual vital” que está al alcance de todos los seres humanos. Conduce a una sobriedad emocional, una inmensa libertad, una compasión natural y un sentido de unión divina que es el significado más profundo y universal de esa palabra tan utilizada: salvación. Sólo quienes han pasado al otro lado conocen el verdadero significado de esa palabray que no es simplemente una palabra. 

  

Es precisamente en este punto en el que el Dios sufriente y el alma sufriente se encuentran. Es en este punto donde el sufrimiento humano tiene sentido espiritual, no para la mente racional, la mente lógica, o incluso la mente “justa y equitativa”, sino para la lógica del alma, que yo diría de esta manera: 

  

Las personas que sufren pueden amar y confiar en un Dios que sufre. 

Solo un Dios que sufre puede “salvar” a las personas que sufren. 

  

Jesús es, más que cualquier otra cosa, el Dios de todos los que sufrenmás que cualquier dios que pueda ser englobado en una sola religión. Jesús no compite con ninguna religión mundial, sino solo en una competencia incesante con la muerte, el sufrimiento y el sentido trágico de la vida misma. Esa es la única batalla que él quiere ganar. Él gana al incluirlo todo dentro de su cuerpo, “sabemos que toda la creación se queja y sufre como una mujer con dolores de parto… esperando el momento de ser adoptados como hijos de Dios, con lo cual serán liberados nuestros cuerpos” (Romanos 8:22-23).  

  

Las criaturas sufrientes de este mundo tienen un Ser divino que no las juzga ni las condena, ni en modo alguno se mantiene distante de sus dificultades, sino que es un Ser que está con ellas y fluye a través de ellas, e incluso hacia ellas en su desesperación. 

 

 

 

13 Adaptación de Richard Rohr, Breathing under Water: Spirituality and the Twelve Steps (Cincinnati, OH: Franciscan Media, 2011, 2021), 116–119.

 

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