El amor en el mundo creado

Este arte mural en el exterior del CAC representa el amor de Francisco por la vida en sus variadas y diversas manifestaciones. 

 

 

 Ansioso por Amar  

 

El amor en el mundo creado 

Jueves 3 de octubre de 2024 — Tránsito de Francisco de Asís 

  

¿Qué harías hoy si supieras que podrías morir mañana? 

 —Francisco de Asís, Carta a los fieles 

  

Basándose en un relato temprano de Francisco rezando al aire libre, Ilia Delio reflexiona sobre la comprensión que Francisco tenía de Dios como amor: [18] 

  

Francisco estaba rezando solo..., pronunciando un mantra en forma de pregunta: “¿Quién eres tú, oh Dios? ¿Y quién soy yo?” [19] Cuanto más se adentraba Francisco en los campos de la naturaleza, más se adentraba en los campos de su propio corazón. El mundo exterior lo invitaba a entrar en su mundo interior. Allí se encontró con el misterio de Dios que era a la vez Altísimo y, sin embargo, infinitamente cercano; más íntimo que él mismo. Francisco experimentó a Dios como su “Todo”: Todo bueno, Todo amor, Todo presente, Todo misericordioso. Como exclamaba Francisco: «Deus meus et omnia», es decir, «¡Dios mío y mi todo!». Cuanto más encontraba a Dios dentro de sí mismo, más veía a Dios fuera de sí mismo, donde cada detalle de la naturaleza le hablaba de Dios. Como exclamaba la penitente franciscana Ángela de Foligno: «¡Toda la creación está preñada de Dios!» [20]. La oración conducía a Francisco a la verdad de su propia realidad y a la verdad del mundo. Nada quedaba fuera del abrazo del amor de Dios. 

  

Fue el amor lo que llevó a Francisco a otros mundos: el mundo del leproso, el mundo de los pobres, el mundo de las lombrices y los lobos, al mundo de todo, porque sólo en el mundo nace Dios por amor. Sin embargo, uno debe ser capaz de ver y escuchar los sonidos del amor divino que clama en los dolores de parto de la nueva creación. Francisco puso su corazón en el amor apasionado de Dios, su mente en conocer este amor y sus ojos en ver este amor. 

  

Delio describe la oración franciscana como un deseo de crecer en la vida y el amor de Dios:   

 

La oración es una invitación a crecer en el amor: a medida que crecemos en la vida de Dios, la vida de Dios crece en nosotros. Renacemos en el Espíritu a través del poder del amor, entrando en el caos y la incertidumbre del mundo. El amor no se retira del sufrimiento y el dolor, sino que entra en la oscuridad de la vida con energía y esperanza de que el futuro será diferente; el amor empodera creativamente la vida hacia más vida. La vida en Dios es una apuesta en el amor que requiere un compromiso fiel, incluso cuando la oscuridad persiste y el sufrimiento prevalece. Crecer en el amor a través de la oración es arrojarnos al corazón de Dios… Solo cuando podemos llorar por lo que aún no es amado podemos vivir en una nueva realidad; porque el amor está esperando nacer. Este es el corazón de la oración franciscana. 

 

 

 

18 Ilia Delio, preface to Franciscan Prayer: Awakening to Oneness with God (Cincinnati, OH: Franciscan Media, 2024), vii–viii, ix–x. 

19 Véase Las obras del beato Francisco y sus compañeros 9.37, en Francisco de Asís: Primeros documentos, vol. 3, The Prophet (Hyde Park, NY: New City Press, 2001), 455–456. 

20 Véase El libro de la bienaventurada Ángela (Memorial) 6, en Ángela de Foligno, Obras completas, trad. Paul Lachance (Mahwah, NJ: Paulist Press, 1993), 170.

 

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