Mandamiento Bíblico
Cuando nos relacionamos con el desconocido, guardamos espacio para el otro y vamos con el corazón abierto, incluso cuando no conocemos el resultado.
Bienvenido el forastero
Mandamiento Bíblico
Domingo, 16 de marzo de 2025
El Padre Richard Rohr nos invita a considerar cuánto amamos a los demás, especialmente al extranjero, como enseña Jesús:
Si nuestro amor a Dios no influye directamente, e incluso cambia, nuestra forma de abordar los problemas de nuestro tiempo, me pregunto qué es una buena religión. El "hablar de Dios" se convierte en una pantalla opaca en la que solo vemos reflejos de nosotros mismos, en lugar de una luz verdadera. "Cualquiera que dice amar a Dios y odia a su hermano, es mentiroso" (1 Juan 4:20). Ninguno de nosotros quiere ser mentiroso, pero las altas metas de la religión hacen que el fracaso sea casi inevitable para todos (lea los intentos de Pablo de describir este fenómeno paradójico en Romanos 7:7-25). Nuestra pregunta diaria es esta: "¿Cuándo comenzaré a amar?"
La mayoría de los cristianos hacen eco de los prejuicios culturales y las cosmovisiones del grupo dominante en su país, y solo una minoría revela una transformación real de actitud o conciencia. Esto ha sido cierto en el caso de la esclavitud y el racismo, el clasismo y el consumismo, y en temas como la inmigración y la atención médica para los pobres. Provienen de una religión basada en un hombre que siempre curaba a los pobres y alababa a los extranjeros, ¡esto desafía cualquier análisis lógico!
Uno pensaría que quienes insisten en creer en un solo Dios comprenderían que todos en la Tierra son igualmente hijos de ese único Dios. Los cristianos deberíamos ser los primeros en cruzar las fronteras artificiales creadas por los estados nacionales, los sistemas de clases, las culturas e incluso las religiones. ¡A menudo, somos los últimos! Esto nos lleva a preguntarnos si creemos lo que decimos creer. Con demasiada frecuencia, la religión se convierte en una forma de defender el yo en lugar de la forma de "desprenderse del yo", como enseñó Jesús con franqueza (véase Lucas 9:23). [1]
El Papa Francisco recuerda a los cristianos su deber de acoger al extranjero:
Concentrémonos en estas palabras de Jesús: «Fui forastero y me acogieron; estuve desnudo y me vistieron» (Mateo 25,35-36). En nuestro tiempo, la acción caritativa hacia los extranjeros es más relevante que nunca. La crisis económica, los conflictos armados y el cambio climático han obligado a muchas personas a emigrar. Sin embargo, la migración no es un fenómeno nuevo; forma parte de la historia de la humanidad. Es una falta de memoria histórica pensar que este fenómeno ha surgido solo en los últimos años…
A veces parece que la labor silenciosa de tantos hombres y mujeres que, de diversas maneras, hacen todo lo posible por ayudar y asistir a los refugiados y migrantes se ve eclipsada por el clamor de otros que dan voz a un egoísmo instintivo. Sin embargo, el cierre no es una solución, sino que termina fomentando el tráfico ilícito. La única vía hacia una solución es la solidaridad. Solidaridad con el migrante, solidaridad con el extranjero…
Todos estamos llamados a acoger a nuestros hermanos y hermanas que huyen de la guerra, del hambre, de la violencia y de condiciones de vida inhumanas. Juntos somos una gran fuerza de apoyo para quienes han perdido su patria, su familia, su trabajo y su dignidad. [2]
1 Adaptación de Richard Rohr, “We Have Not Yet Begun to Love: Religion and Immigration,” Radical Grace 24, no. 4 (2011): 3.
2 Papa Francisco, “Fui forastero y me acogisteis”, en Fui forastero y me acogisteis: Un llamado a la misericordia y la solidaridad con los migrantes y refugiados, ed. Robert Ellsberg (Orbis, 2018), 53, 54, 55.
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