Asombro, Entrega, Alegría

Dos niños chapotean en el agua calentada por el sol: cada gota y cada onda irradia alegría. 

 

Alegría y Resiliencia   

 

Asombro, Entrega, Alegría 

Lunes, 16 de junio de 2025 

    

  

El Padre Richard describe el silencio atónito que acompaña los momentos de asombro y entrega:   

El viaje espiritual es una interacción constante entre momentos de asombro, seguidos de un proceso general de entrega a ese momento. Primero debemos dejarnos cautivar por la bondad, la verdad o la belleza de algo que nos trasciende y nos rodea. Luego, desde ese momento, universalizamos la bondad, la verdad y la belleza del resto de la realidad, ¡hasta que nuestra comprensión finalmente rebota y nos incluye a nosotros mismos! Sin embargo, los humanos nos resistimos tanto al asombro como, aún más, a la entrega. El ego se resiste al asombro, mientras que la voluntad se resiste a la entrega. Pero ambos juntos son vitales y necesarios. [3]   

Como solía hacer, la Dra. Barbara Holmes (1943-2024) amplía y fortalece mi pensamiento con su descripción de la “alegría indescriptible”. El asombro no siempre se inspira en la belleza y la bondad. La verdad a veces viene en envases rígidos. Se necesita un gran amor y un gran sufrimiento para aturdirnos y doblegarnos. Dios está presente en todo, utilizando cada circunstancia de nuestra vida para acercarnos cada vez más a su corazón. [4]  

La Dra. Barbara Holmes escribe:   

En última instancia, la alegría inefable es un misterio, y como cada misterio engendra otro, describir lo indescriptible es una tarea abrumadora. El canto, la danza y los rituales ayudan. Así describe Grant Wacker la alegría que surge del avivamiento espiritual: «Y entonces llegó la alegría —no necesariamente felicidad, una emoción pasajera— sino la alegría, la convicción serena y profunda de que la vida tenía sentido». [5 

Desde el principio, los africanos en la diáspora han definido la sensibilidad de sus vidas en el contexto de la lucha y la resistencia. Hemos comenzado a comprender que, si bien la opresión sistemática manifiesta puede ser eliminada, todos llevamos las cicatrices y las huellas de la posesión demoníaca colectiva del racismo. Y, sin embargo, todos debemos seguir adelante, y todos debemos seguir juntos como comunidad.  

En consecuencia, nuestra obsesión con la culpa y con la pregunta de quién es o no digno del abrazo pleno de Dios interrumpe el camino. Porque no nos dirigimos hacia una sola meta: peregrinamos hacia el centro de nuestros corazones. Es en este lugar de reposo orante donde brota la alegría inefable.  

La alegría inefable   

estalla cuando menos la esperas,  

cuando la carga es mayor,  

cuando la esperanza se desvanece 

tras el vuelo de las balas.  

Se alza 

en la cima de lo imposible,  

se mece al ritmo 

de corazones firmes y celebra 

lo que no podemos ver.  

 

Esta alegría nos llama no como monjes individuales, sino como comunidad. Es una alegría que vive tan cómodamente en el grito como en el silencio. Se expresa en la diversidad de disciplinas espirituales personales y rituales litúrgicos. Esta alegría es nuestra fuerza, y necesitamos fuerza porque estamos en pleno siglo XXI y no hemos sanado. ¿Cómo afrontaremos la posmodernidad sin fuerza interior? [6] 

 

 

 

3 Adaptado de Richard Rohr, Just This (CAC Publishing, 2017), 10. 

4 Adaptado de Richard Rohr, “Awe and Joy,” Daily Meditations, February 12, 2021. 

5 Grant Wacker, Heaven Below: Early Pentecostals and American Culture (Harvard University Press, 2001), 67. 

6 Barbara A. Holmes, Joy Unspeakable: Contemplative Practices of the Black Church, 2nd ed. (Fortress Press, 2017), 199–200.

 

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