Lectio, Meditatio, Oratio, Contemplatio
A través de la quietud de nuestro testimonio, la palabra y la imagen se convierten en umbrales que conmueven lo invisible e invitan al Espíritu, a hablar a través del tranquilo florecer de nuestra atención.
Lectura Contemplativa
Lectio, Meditatio, Oratio, Contemplatio
Martes, 10 de junio de 2025
La teóloga contemplativa Beverly Lanzetta ofrece instrucciones para la práctica monástica de la lectio divina, que hoy en día puede ser practicada por todos. La primera etapa es la lectio o lectura: [5]
Leer a un ritmo lento, con una mente contemplativa, nutre el camino interior y nos abre a la consciencia del movimiento del espíritu. No nos apresuramos a leer el texto para obtener detalles o conocimiento, sino que buscamos a través de las palabras la presencia y la acción divina en nuestras vidas. Una actitud amable y orante abre la puerta y abre el texto, para que podamos iniciar nuestro viaje hacia lo sagrado…
A diferencia de leer buscando contenido, la lectio divina aborda el texto como una forma de oración, guiándonos hacia la unión con el Santo. En su forma más simple, la lectio no es leer intelectualmente para obtener información o instrucción, sino con la intención de que el lector se forme a semejanza divina. En y a través del texto, nos encontramos cara a cara con el Espíritu. Al leer con calma, permitimos que las palabras penetren en nuestros corazones y nos llenen de sabiduría y amor. A veces, nos liberamos de nuestro estado mental ordinario. Podemos despertar a nuevas verdades o perspectivas, sufrir remordimiento o vergüenza, o ser perdonados y bañados de luz. Sea como sea, cuando leemos con atención meditativa, la comunión se produce a través de la entrega y el descanso. No nos apresuramos en la lectura, intentando encontrar la tesis, la causa subyacente ni haciendo un análisis crítico. Nos detenemos. Permanecemos en la quietud del misterio…
Se practican tres etapas adicionales. La meditación, meditatio, es una interacción reflexiva con un texto. Por ejemplo, supongamos que lees el pasaje del Sermón de la Montaña: «No resistas al que te hace mal. Si alguien te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la otra» [Mateo 5:39]. Durante el día, llevas el pasaje contigo, reflexionas sobre él mientras caminas, trabajas o haces recados. Se convierte en tu meditatio, a medida que escuchas la voz divina a través de las Escrituras y aprendes cómo el pasaje se relaciona con tu vida.
De la interacción consciente con el texto, pasamos a una forma de recibir o simplemente estar con Dios:
La oración u oratio entrega a Dios la sabiduría adquirida en la meditación. Así, uno ora para ser guiado a la verdad y la virtud, para practicar los principios discernidos de la lectura del día y para expresar alabanza y agradecimiento. Finalmente, la oratio se transforma en contemplatio, o contemplación. Aquí no estás "haciendo" nada más que abrirte a recibir y descansar en Dios. Puedes pasar a una forma pasiva o receptiva de conocimiento, donde puedes experimentar el texto que viene directamente de la mente y el corazón divinos a tu ser.
Por supuesto, de la lectura lenta de un texto no hay necesidad de restringir la forma en que el espíritu te lleva de una etapa a la siguiente. Puedes permanecer en cualquiera de estas etapas durante la práctica y puedes pasar espontáneamente, y no linealmente, de la lectura a la meditación, la oración o la contemplación.
5 Beverly Lanzetta, A New Silence: Spiritual Practices and Formation for the Monk Within (Blue Sapphire, 2020), 246, 247–249.
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