Escucha lo que dice la Naturaleza

Acogemos la naturaleza con delicadeza y en forma diferente, quizá palpándola y mirando cada detalle. 

 

La naturaleza vista diferente      

 

Escucha lo que dice la Naturaleza 

Miércoles, 30 de abril de 2025 

  

El Padre Richard Rohr describe cómo la naturaleza refleja y revela la sabiduría y la presencia de lo Divino: [4] 

  

En el patio trasero de nuestro Centro de Acción y Contemplación en Albuquerque, un enorme álamo del Río Grande de 150 años extiende sus ramas nudosas sobre el césped. Un arboricultor nos comentó una vez que el árbol podría tener una mutación que provoca que sus enormes troncos den vueltas y vueltas tan tortuosas. Uno se pregunta cómo se mantiene tan firme, pero el álamo es sin duda la obra de arte más exquisita que tenemos en el Centro, y su belleza asimétrica lo convierte en el espécimen perfecto para uno de los mensajes fundamentales de nuestra organización: la perfección divina es precisamente la capacidad de incluir lo que parece imperfección. Antes de que entremos a orar, trabajar o enseñar teología, su gigantesca presencia ya nos da un sermón silencioso. 

  

¿Han tenido alguna vez un encuentro así en la naturaleza? Quizás para ti, esto ocurrió en un lago o a la orilla del mar, caminando por la montaña, en un jardín escuchando el canto de una tórtola, incluso en una esquina concurrida. Estoy convencido de que, al recibirla, esta teología innata nos hace crecer, nos expande y nos ilumina casi sin esfuerzo. En comparación, cualquier otra forma de hablar de Dios parece artificial y embriagadora. 

  

Las religiones indígenas comprenden esto en gran medida, al igual que las Escrituras (véanse Salmos 98, 104, 148 o Daniel 3:57-82 [5]). En Job 12:7-10, y en la mayor parte de Job 38-39, YHWH alaba a los animales y elementos extraños por su sabiduría inherentemente disponible —el «mar reprimido», el «asno salvaje», el «ala del avestruz»—, recuerda a los humanos que formamos parte de un ecosistema mucho mayor, que ofrece lecciones en todas las direcciones. 

  

Dios no está limitado por la presunción humana de que somos el centro de todo, y la creación en realidad no exigió ni necesitó que Jesús (ni nosotros, en realidad) le confiriera una sacralidad adicional. Desde el primer momento del Big Bang, la naturaleza reveló la gloria y la bondad de la Divina Presencia. Jesús vino a vivir en medio de ella y a disfrutar de la vida en todas sus variantes naturales, siendo así nuestro modelo y ejemplo. Diríamos que, Jesús es el don que honra al don.  

 

Curiosamente, muchos cristianos hoy limitan el cuidado providente de Dios a los humanos, y además a muy pocos de ellos. Qué diferentes somos de Jesús, quien extendió la generosidad divina a los gorriones, los lirios, los cuervos, los burros, la hierba del campo (Lucas 12:24, 27-28). ¡No hay ningún Dios mezquino aquí! Pero ¿qué mezquindad de nuestra parte nos hizo limitar la preocupación de Dios —incluso la preocupación eterna— solo a nosotros mismos? Si Dios elige y reparte cuidados, siempre nos sentimos inseguros e inseguros de si somos de los afortunados destinatarios. Sin embargo, una vez que tomamos conciencia de la Presencia generosa y creativa que existe en todas las cosas por su propia naturaleza, podemos honrar al Espíritu que mora en nosotros como la Fuente interior de toda dignidad y valor. La dignidad no se reparte a quienes se supone que son dignos; fundamenta el valor inherente de las cosas en su propia naturaleza y existencia.  

 

 

 

4 Adaptado de Richard Rohr, The Universal Christ: How a Forgotten Reality Can Change Everything We See, Hope for, and Believe (Convergent, 2021), 55–57; “God Is Not Only ‘Over There,’" Daily Meditations, April 18, 2021. 

5 Este pasaje apócrifo está incluido en las Biblias católicas, pero no en las protestantes.

 

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