La mesa más grande
La abundancia es una mesa siempre puesta, donde la comida espera con gracia serena y siempre hay suficiente para todos los que llegan.
La mesa inclusiva de Jesús
La mesa más grande
Domingo, 1 de junio de 2025
El Padre Richard entiende las costumbres de alimentación de Jesús como el modelo de la hospitalidad inclusiva y abierta que los cristianos podrían practicar.
El principal problema de Dios para liberar a la humanidad me resulta evidente al considerar la incesante recurrencia del odio al otro, siglo tras siglo, en culturas y en religiones.
¿Pueden pensar en una época, nación o cultura que no se opusiera a la alteridad? Dudo que haya existido jamás un grupo tan estable. Ha habido individuos iluminados, gracias a Dios, pero rara vez grupos consolidados; ni siquiera en las iglesias, lamento decirlo. Se suponía que la Eucaristía cristiana debía ser un modelo de igualdad e inclusión, pero convertimos la santa cena en un juego excluyente, una declaración religiosamente sancionada y una división en grupos de dignos e indignos, ¡como si alguno de nosotros fuera digno! [1]
Antes de que el cristianismo desarrollara la comida ritual relativamente segura que llamamos Eucaristía, la acción social más constante de Jesús era comer de otra manera y con nuevas personas, encontrándose con los oprimidos o excluidos del sistema. Parece que Jesús no agradó a nadie al romper las reglas para hacer una mesa más grande. Observe cómo sus contemporáneos lo acusaron: un grupo lo criticó por comer con recaudadores de impuestos y pecadores (véase Mateo 9:10-11). Otro grupo lo juzgó por comer demasiado (Lucas 7:34) o por cenar con los fariseos y los intérpretes de la ley (Lucas 7:36-50, 11:37-54, 14:1). Jesús comía con todos. Comió con leprosos (Marcos 14:3), recibió a una mujer de mala reputación en una cena de hombres (Lucas 7:36-39), e incluso se invitó a sí mismo a la casa de un "pecador" (Lucas 19:1-10). ¿Cómo es posible que no lo veamos? [2]
¡Parece que nosotros, los humanos comunes, necesitamos a nuestro "otro"! Parece que no sabemos quiénes somos excepto por la oposición y la exclusión. "¿Adónde va mi energía negativa?" es la constante pregunta humana; debe ser exportada a algún lugar. Lamentablemente, nunca se nos ocurre que somos la energía negativa, que luego ve y contribuye a esa energía negativa en los demás. El ego se niega a ver esto en sí mismo. Reconocer esto requiere una conversión fundamental del yo egoico, y la mayoría no ha experimentado esa transformación. Solo podemos regalar la bondad (o la tristeza) que nosotros mismos hemos experimentado y en la que nos hemos convertido.
La Eucaristía está destinada a identificarnos de manera positiva e inclusiva, pero todavía no estamos acostumbrados a esto. Honestamente, no sabemos cómo lograr la unidad. Muchos hoy quieren convertir la santa cena en un "premio a la perfección", como observó el Papa Francisco. [3] La mayoría de los cristianos aún no saben cómo recibir la identidad positiva de Dios —que pertenecemos y somos amados por nuestra propia naturaleza. [4] La comida eucarística pretende ser un acontecimiento micro cósmico, que resuma en una sola mesa lo que es verdad en todo el macrocosmos: somos uno, somos iguales en dignidad, todos comemos del mismo alimento divino, y Jesús todavía y siempre “come con los pecadores”, tal como lo hizo cuando estuvo en la Tierra. [5]
1 Adaptado de Richard Rohr, “Introduction,” ONEING 6, no. 2, Unity and Diversity, (2018): 13. Available in print and PDF download.
2 Adaptado de Richard Rohr, Jesus’ Alternative Plan: The Sermon on the Mount, 2nd ed. (Franciscan Media, 2022), 84–85.
3 Francis, Evangelii Gaudium [The Joy of the Gospel], November 24, 2013, sec. 47.
4 Rohr, ONEING, Unity and Diversity, 13–14.
5 Richard Rohr, “A Welcoming Table,” Daily Meditations, January 25, 2022. “Mesa de bienvenida”, Meditaciones diarias, 25 de enero de 2022.
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