El Sanador Enseña
Vivir el Sermón de la Montaña
El Sanador Enseña
Jueves, 6 de noviembre de 2025
Quizás todo lo que el mundo necesita es que seamos suficientes los que nos arriesguemos a creer y a poner en práctica las bienaventuranzas. —Megan McKenna, Bendiciones y Aflicciones
La teóloga Megan McKenna se centra en la forma en que el Evangelio de Lucas presenta a Jesús y las Bienaventuranzas, conocidas como «bendiciones y aflicciones». [7]
[En el Evangelio de Mateo], Jesús, el nuevo Moisés, es el legislador que sube a la montaña con sus discípulos, mientras la multitud permanece allí. En Mateo, Jesús les enseña desde la montaña. En Lucas [6:17-35], Jesús… baja con [los discípulos] a un lugar llano repleto de gente de toda la región e incluso de las ciudades costeras: creyentes, no creyentes, forasteros y, probablemente, muchos que no son bienvenidos en la sociedad religiosa.
Antes de enseñar, sana; O quizás, mientras sana, enseña. Quienes acuden a él están enfermos, afligidos, atormentados por espíritus malignos, despreciados por la sociedad. Están desesperados, buscando tocarlo… La escena es de movimiento, de extender la mano, de aferrarse, y se nos dice simplemente que «el poder que salía de él los sanó a todos». Este poder, su espíritu y su presencia, es sanador, consolador, apacible, tranquilizador, prometedor. Pero la frase más impactante de todas es la última: «Entonces, alzando los ojos hacia sus discípulos, Jesús dijo…».
Alza los ojos: está situado por debajo de ellos, probablemente arrodillado en el suelo, atendiendo a los que sufren, atento a las necesidades de quienes lo buscan… Se encuentra en una posición de vulnerabilidad, de solidaridad con la multitud necesitada. Desde esta posición pronuncia las bienaventuranzas: las bendiciones y las aflicciones… En el Evangelio de Lucas, Jesús es más un consolador que un maestro; más atento que discursivo; más tierno que instructivo. Más compasivo con el dolor ajeno que distante como legislador.
Las bendiciones y las aflicciones se enseñan desde esta vulnerable solidaridad y están destinadas a ser puestas en práctica.
Estas pocas líneas sobre bendiciones y aflicciones dan paso a un sermón impactante que parece imposible de llevar a la práctica. Se exhorta a amar a los enemigos y hacer el bien a quienes nos persiguen y calumnian, a poner la otra mejilla y a ir más allá.
Parece que las bendiciones y las aflicciones, y lo que de ellas se deriva en la acción práctica, forman el fundamento del reino de Dios en el mundo. Las palabras de Jesús fortalecen y sostienen a quienes son llamados a ser responsables del nuevo orden público y el bien común, la defensa de los pobres, el cuidado de los marginados y los enfermos. Cuando las palabras de Jesús se ponen en práctica, llega el reino.
Thich Nhat Hanh dijo: “El milagro no consiste en caminar sobre el agua. El milagro consiste en caminar sobre la verde Tierra en el momento presente, en apreciar la paz y la belleza que están disponibles ahora… No es cuestión de fe; es cuestión de práctica”. [8] Necesitamos practicar la lectura y la escucha de las bienaventuranzas; necesitamos ponerlas en práctica.
7 Megan McKenna, Blessings and Woes: The Beatitudes and the Sermon on the Plain in the Gospel of Luke (Orbis Books, 1999), 43–44, 45.
8 Thich Nhat Hanh, Touching Peace: Practicing the Art of Mindful Living (Parallax Press, 1992), 1, 2.

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