Nos guía hacia un nuevo horizonte

La mujer observa al niño maravillado ante las flores; cada una de ellas practica las Bienaventuranzas al observar y honrar lo pequeño y lo vulnerable.


Vivir el Sermón de la Montaña 

 

Nos guía hacia un nuevo horizonte 

Domingo, noviembre 1 de 2025   

    

El padre Richard Rohr escribe sobre el mensaje radical del Sermón de la Montaña. [1] 

  

En sus enseñanzas, y en el Sermón de la Montaña en particular, Jesús critica y reordena los valores de su cultura desde sus cimientos. «Traiciona» las instituciones predominantes de la familia, la religión, el poder y el control de los recursos con su lealtad a otra visión del mundo, a la que llama el reino de Dios. Tal lealtad le cuesta popularidad, el apoyo de las autoridades, una inmensa agonía interior y, finalmente, su propia vida. Al presentar la situación en su máxima expresión, cuestiona todas las perspectivas más limitadas e invita a sus oyentes a una transformación radical de la conciencia. Muchos no estaban preparados para ello, ni lo estamos muchos de nosotros hoy. 

  

Para comprender el Sermón de la Montaña, necesitamos aclarar adónde nos guía Jesús. 

  

No es hacia el viejo yo por el viejo camino, lo cual no implicaría conversión ni iluminación. 

  

No se trata de volver al antiguo yo por un nuevo camino, que es donde la mayoría de las religiones comienzan y terminan. Implica nuevos comportamientos, un nuevo lenguaje y prácticas sinceras, pero el mito, la cosmovisión, la motivación y los objetivos subyacentes nunca cambian realmente. Mi ira, mi miedo y mi ego simplemente se transfieren para defender mi idea de Dios o de la religión. 

  

Jesús nos guía hacia un nuevo yo por un nuevo camino, que es la transformación total de la conciencia, la cosmovisión, la motivación, los objetivos y las recompensas que caracterizan a quien ama a Dios y es amado por Él. 

  

Mateo prepara el terreno para el Sermón con tres sencillas frases: «Al ver la multitud, subió a la montaña. Y sentándose, se le acercaron sus discípulos. Entonces comenzó a hablar» (Mateo 5:1-2). Recordemos que Moisés bajó de la montaña con los Diez Mandamientos. Para la audiencia judía de Mateo, el mensaje es claro: este es el nuevo Moisés que regresa a la montaña, proclamando la verdad y trayendo la nueva ley. Ese es un contexto muy importante: en cierto sentido, el Sermón es la revisión que Jesús hace de los Diez Mandamientos. 

  

Las Bienaventuranzas (a veces traducidas como «alegres actitudes» o incluso «felicitaciones» en un sentido secular) no se dirigen a las multitudes, sino a los discípulos de Jesús. Más adelante en el Evangelio, la enseñanza más exigente —«toma tu cruz»— se reserva para un grupo aún más reducido: los doce apóstoles. El Sermón se dirige al segundo círculo, más amplio, de discípulos, aquellos que aún están siendo iniciados. ¡Esos somos nosotros! 

  

Parece que hay un plan muy concreto en la iniciación de Jesús. Él es consciente del momento oportuno, de la preparación y de la madurez. En las primeras etapas, no estamos preparados para las duras palabras del Evangelio; somos incapaces de comprender el mensaje de la cruz. Es solo en la segunda mitad de la vida cuando llegamos a entender que la muerte no se opone a la vida. Morir es parte de un misterio mayor, y nosotros somos parte de ese misterio. En mi experiencia, suele ser la psique más madura la que está preparada para escuchar verdades tan crudas.  

 

 

 

1 Adaptado de Richard Rohr, Jesus’ Alternative Plan: The Sermon on the Mount (Franciscan Media, 2022), 71, 103, 137–138.

 

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