Resumen y práctica semana 18 - Tarareo

 

Trauma y Sanación

Semana dieciocho Resumen y práctica

Tarareo

2 de mayo - 7 de mayo de 2021

 

Domingo  La gran religión nos muestra qué hacer con lo absurdo, lo trágico, lo traumático, lo sin sentido, lo injusto. Si no transformamos nuestro dolor, seguramente lo transmitiremos.

Lunes  Tú también puedes hacer esto. Puedes enfrentar tu dolor, tus heridas. Puedes dejar de querer otra vida, algún otro pasado, alguna otra realidad.     —Claude AnShin Thomas

Martes  No importa lo que alguien nos haya hecho en el pasado, o lo que nos esté haciendo ahora, o pueda hacernos en el futuro, este centro más íntimo y oculto de nosotros mismos permanece invenciblemente establecido en Dios como una Presencia misteriosa, como una vida que es a la vez de Dios y nuestro. —James Finley

Miércoles  Cuando no nos permitimos reconocer el dolor, el profundo y agonizante dolor del alma que resulta del trauma histórico, no somos capaces de reconocer que todos llevamos alguna medida de ese dolor dentro de nosotros. —Sherri Mitchell

Jueves  Si estás en silencio, / oyes respirar el bosque, / el santo silencio de la rama del árbol. —Felicia Murrell

Viernes  Aquellos que “contemplan” al Jesús crucificado (Juan 19:37) el tiempo suficiente — con ojos contemplativos — siempre son sanados los profundos niveles de dolor, falta de perdón, agresividad y victimización.

 

Tarareo

 Resmaa Menakem es un terapeuta que se enfoca en curar el trauma racial. En su libro Las manos de mi abuela, recuerda a los lectores de todas las razas, que la forma de comenzar y continuar en el viaje de la curación del trauma es regresar a nuestros cuerpos. Esta práctica tiene sus raíces en los recuerdos de Menakem de su abuela. Recuerda haberla oído tararear:

[1]  Mi abuela era una mujer fuerte y cariñosa. Pero su cuerpo estaba nervioso con frecuencia. A menudo tenía la sensación de que algo terrible estaba a punto de suceder. Era una sensación antigua y heredada que rara vez la abandonaba   —una retención traumática.

Ella calmaba esa sensación de desastre inminente de diversas formas. Cuando estaba en la cocina, tarareaba —no un tono constante, sino melodías enteras. Su tarareo nunca fue suave e íntimo, sino fuerte y firme, como si estuviera tarareando para una audiencia. De niña, si conocía la canción que tarareaba, a veces tarareaba con ella y mi cuerpo experimentaba seguridad y tranquilidad.

Esta práctica de tarareo tiene como objetivo calmar el sistema nervioso y traer calma, presencia y mayor conciencia en nuestros cuerpos, como lo hizo con Menakem y su abuela. Él enseña:

Encuentra un lugar tranquilo, privado y cómodo. Siéntate. Pon una mano en tu rodilla o en tu regazo. Coloca el otro sobre tu vientre.

Ahora tararea. No desde la garganta o el pecho, sino desde la parte inferior de tu vientre.

Tararea fuerte y constante. Saca el aire de tu vientre con firmeza, no con suavidad.

Detente para inhalar, pero vuelve al tatareo con cada respiración.

Experimenta el zumbido en tu vientre. Luego, siéntelo en el resto de tu cuerpo.

Continúa tarareando durante dos minutos.

Cuando hayas terminado, levanta los brazos. Luego, lenta y suavemente, siente tu cuerpo con las manos, comenzando desde la parte superior de la cabeza. Muévete lentamente por tu cuello y a lo largo de tu pecho, luego por debajo de tu cintura, luego más allá de tus rodillas, hasta que tus brazos estén completamente extendidos hacia abajo. ¿Qué notaste?

 

Experimente una versión de esta práctica a través de video y sonido. 

 



[1] Resmaa Menakam, My Grandmother’s Hands: Racialized Trauma and the Pathway to Mending Our Hearts and Bodies (Central Recovery Press: 2017), 137, 35. 

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